lunes, octubre 19, 2009

Las aventuras del buen soldado Švejk - o traducción literal del título checo Las maravillosas aventuras del buen soldado Švejk durante la Guerra Mundial que es un título con bastante más garra y excepcional como sinopsis, por Jaroslav Hašek

Dicen de él que es el Don Quijote checo. Dicen de él muchas cosas, muchos expertos, y en cualquier página de tres al cuarto hay análisis más profundos que los que puedo hacer yo.

Una sinopsis un poco más amplia para el que llegue de nuevas: Švejk, natural de Praga, en el imperio Austrohúngaro, les recorta las orejas a perros mil leches, les blanquea los dientes y los tiñe para venderlos como si fueran perros con pedigree. Fue declarado imbécil por comisiones militares, y se pasa la mitad de su vida rebotando de prisión a prisión por culpa de graves malentendidos. Han matado al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, y Austria-Hungría se prepara para la guerra, para la Gran Guerra, así que Švejk tiene que (y quiere) ir al frente a dejarse sacar las tripas por el Emperador.

De la wikipedia:

Švejk está muy entusiasmado de servir a su país, a pesar de ello es reclutado a la fuerza en el ejército Austro-Húngaro y en esta fase va viviendo diversas aventuras a medida que se acerca al frente de batalla. Su forma especial de atender a las órdenes de sus superiores y la forma de ejecutarlas hace quedar siempre en duda al lector acerca de su posible estupidez/sabiduría, su capacidad dual ante el mundo inventa un estilo que con el tiempo se ha venido a denominar con la palabra "švejking".


La historia se centra en el transcurso del primer año de guerra, este marco histórico permite a Švejk unirse a diversas aventuras satíricas en diferentes lugares, todas ellas forman parte de una larga anábasis hasta unirse a los frentes en batalla. La novela está inacabada y rompe la trama de forma inesperada antes de que Švejk tenga oportunidad de participar en el frente en las trincheras. [Hasek murió de tuberculosis mientras estaba publicando todavía la cuarta parte de seis de la novela]


No se puede explicar correctamente la dura tragedia que se trasmite acompañada de carcajadas sinnúmero, así que procedo a citar algunos párrafos que me llamaron poderosamente la atención mientras los leía:

[Švejk hablando con su casera sobre el asesinato del Archiduque] - Hay revólveres que no disparan por más que uno se afane en ello, señora Müllerová. Hay un montón de sistemas diferentes, pero para asesinar al archiduque han debido utilizar un artefacto de los mejores. Me juego lo que quiera a que, además, el hombre que lo ha hecho estaba vestido para la ocasión. Ya se sabe que disparar contra el archiduque es un trabajo difícil. No es como cuando un cazador furtivo dispara contra el guardabosques. Lo que importa es la manera en que te acercas. No puedes ir a ver a un señor así con un traje andrajoso. Hay que llevar somprero de copa si no quieres que la policía te eche.
- Parece que ha sido más de uno, señor.
- Está clarísimo, señora Müllerova- dijo Švejk [...]- Si usted quisiera matar a un archidique o a un emperador, seguro que consultaría a alguien más. Cuantas más personas, más juicio. Uno propone esto, el otro aquello, y es así como "se logra un buen resultado" como dice nuestro himno nacional. [...]

-----------------------------------

El puesto de guardia estaba decorado con litografías que en aquella época el Ministerio de la Guerra enviaba a todas las oficinas de tránsito militar, así como a las escuelas y los cuarteles.
Al buen soldado Švejk lo saludó un cuadro que, según rezaba el título, representaba al teniente Franz Hammel y los sargentos Paulhart y Bachmayer del real e imperial regimiento de Tiradores nº 21, incitando a la tropa a continuar.[...]
A la derecha, abajo, colgaba un cartel con la siguiente inscripción: "ejemplos singulares de heroísmo".
Con este tipo de carteles, cuyos ejemplos habian nacido de la imaginación de los funcionarios del Ministerio de la Guerra y diversos periodistas alemanes llamados a filas, la vieja y estúpida Austria quería infundir entusiasmo en los soldados que nunca leían cosas por el estilo. Y cuando, también para infundir valor en la tropa, se enviaban libros al frente, los soldados utilizaban las páginas para liarse cigarrillos de tabaco de pipa o empleban los ejemplares para fines aún más adecuados, como correspondía al valor y el espíritu de los excepcionales episodios heroicos descritos en ellos.
[...]Švejk leyó el siguiente cartel:

Citar:
EL COCHERO JOSEF BONG
Los soldados del cuerpo de sanidad trasladabn a los heridos graves hacia los carros que estaban preparados en un desfiladero oculto. Tan pronto se llenaron, los rusos comenzaron a cubrirlos de granadas. Una granada mató al caballo del cochero Josef Bong, del tercer escuadrón real e imperial de cocheros. Bong empezó a lamentarse: "¡Pobre caballo! ¡Mi caballo blanco ha muerto!. De repente otra granada impactó en el propio Bonh. A pesar de ello, el soldado desenganchó su caballo y llevó el carro a un refugio seguro. Entonces regresó para coger los arreos del caballo muerto. Los rusos continuaban disparando. "¡Disparad, malditas fieras, no dejaré aquí los arreos!", exclamaba mientras quitaba los arreos del caballo. Cuando acabó, los arrastró hacia el carro. Allí, a causa de su larga ausencia, tuvo que soportar las maldiciones de los soldados del cuerpo de sanidad. "No quería dejar los arreos, son casi nuevos. He pensado que sería una lástima. No nos sobran." Así se disculpó el valiente soldado mientras se dirigía hacia el puesto de socorro, donde comunicó que estaba herido. Más tarde, su capitán lo condecoró con la medalla de plata por su valor.


[...] Cuando Švejk acabó de leer, le dijo a los guardias territoriales:
- Este es un buen ejemplo de valentía. De este modo nuestro ejército tendrá muchos arreos nuevos. Pero en praga leí en un periódico un caso aún mejor: en Galitzia, en el séptimo batallón de guardias rurales había un médico, de nombre Josef Vojna, un voluntario de un año. Cuando la lucha llegó a las bayonetas, recibió una bala en la cabeza. Querían llevarlo a puesto de socorro, pero él gritó que no se dejaría vendar por un arañazo tan pequeño. Y quiso regresar a su pelotón, pero una granada le destrozó el tobillo. Quisieron llevárselo de nuevo, pero él empezó a andar cojeando hacia la línea de combate. Apoyándose en un bastón, luchó contra el enemigo hasta que una granada le arrancó la mano con la que sostenía el bastón. Se lo puso en la otra mano gritando que esto lo pagarían caro y no sé qué habría pasado si un proyectil no hubiera acabado definitivamente con él. Quizá, si no lo hubiera matado, también lo habrían condecorado con una medalla de plata por su valentía. El proyectil le arrancó la cabeza de cuajo y mientras iba rodando por el campo de catalla, aún exclamó: "¡Cumple fielmente tu deber, aunque en ello te vaya la vida!".

-----------------------------------

[Sobre Flanderka, jefe de los gendarmes de un pueblo checo]Y el puesto de mando de la gendarmería del distrito lo bombardeba diariamente con preguntas como: por qué no había respondido el cuestionario número 72.345/72a/f D, por qué no había despachado las instrucciones relativas al número 88.992/822gfeh Z, cuáles eran los resultados prácticos de las disposiciones número 123.456/1.922b/r V, etcétera.
El asunto que más preocupado lo tenía era encontrar confidentes y delatores a suedo entre la población local. Como le parecía imposible encontrar a nadie apropiado para esta tarea en la región de Blata, donde los habitantes eran famosos por su testarudez, se le ocurrió elegir para esta tarea al pastor local llamado Pepek, ¡salta! Se trataba de un cretino que, al oír ese grito, comenzaba a saltar; una de aquellas figuras dignas de lástima, abandonadas por la naturaleza y los hombres, un retrasado que por unos cuantos florines y un poco de comida apacentaba al ganado comunal.
Un día Flanderka lo hizo llamar y le dijo:
- ¿Sabes quién es el viejo Procházka, Pepek?
- Beee.
- No des balidos y recuerda que es el nombre con el que popularmente se conoce a nuestro emperador. ¿Sabes quién es nuestro emperador?
- Nuestro emperador.
-¡Muy bien, Pepek! Ahora recuerda bien: si a la hora de comer, cuando vas de casa en casa, escuchas que alguien dice que nuestro emperador es un imbécil o algo por el estilo, tienes que venir aquí a comunicármelo, ¿entendido? Te daré veinte céntimos. Y cuando oigas que alguien dice que perderemos la guerra, vienes y me lo cuentas; por supuesto, recibirás veinte céntimos. Pero si me entero de que me estás ocultando algo, ya verás lo que voy a hacer contigo. Te detendré y te llevaré a Písek. ¡Y ahora salta!
Pepek dio un salto y el jefe de los gendarmes le dio dos monedas de veinte céntimos. Después, muy contento, escribió un informe al puesto de mando de la gendarmería del distrito comunicando que ya había encontrado informador.
Al día siguiente fue a verlo el capellán para confiarle con gran secreto que por la mañana había encontrado al pastor comunal, Pepek, ¡salta!, en las afueras del pueblo y que este le había dicho: "Capellán, el jefe de los gendarmes me dijo ayer que nuestro emperador es un imbécil y que no ganaremos la guerra. ¡Beee! ¡Hop!"
Como consecuencia de las explicaciones del capellán, Flanderka hizo arrestar al pastor comunal, que más tarde, en el Castillo de Praga, fue condenado a doce años por intrigas peligrosas, traición a la patria, ofensas a Su Majestad y otros delitos y faltas.
En el jucio, Pepek, ¡salta! se comportó de la manera habitual, como si estuviera en los prados o hablando con los campesinos. En lugar de responder a las preguntas, balaba como una cabra, y cuando le anunciaron el veredicto exclamó "¡Beee! ¡Hop!" y dio un salto. Por esta razón, según una condena posterior por motivos disciplinarios, lo sancionaron con un catre duro en la celda de castigo y tres días sin comer.
Entonces el jefe de los gendarmes se quedó sin delator y tuvo que inventarse uno con un nombre falso.

-----------------------------------

El subteniente Cajthaml leyó todo el texto de la orden de la división de la cual no se separaba nunca; por eso se sabía casi de memoria que un kilo de zanahorias en zona de guerra valía quince céntimos y medio, mientras que un kilo de coliflor destinado a la cocina de ogiciales en la zona del frente ascendía a una corona setenta y cinco céntimos el kilo.
Los funcionarios que había elaborado esta ley en Viena se imaginaban que la zona de guerra era una región donde abundaban zanahorias y coliflores.

-----------------------------------

Un poco más lejos, un soldado húngaro jugaba con un pope. En el pie izquierdo le había atado una cuerda que sujetaba cen la mano, y con la culata lo obligaba a vailar czardas; mientras tanto tiraba violentamente de la cuerda, de modo que el pope caía de bruces y, como tenía las manos atadas a la espalda, no podía levantarse. Intentaba desesperadamente dar media vuelta para poder ponerse de pie. El gendarme se hastaba de reír hasta el punto de quye se le saltaban las lágrimas. Cada vez que el pope se levantaba, él estiraba la cuerda y el pope volvía a caer de bruces.
Al final, un oficial de la gendarmería puso fin a aquella broma: ordenó que se llevaran a los prisioneros a un lugar cubierto detrás de la estación para que las palizas que recibieran no quedaran a la vista de todo el mundo.

-----------------------------------

[Vodicka es un amigo de Svejk que odia a los húngaros, y se mete en trifulcas con ellos toda vez que puede. Se han encontrado fortuitamente cuando sus dos compañías han coincidido en el mismo lugar, y han pasado un tiempo juntos]

Cuando llegó el momento de despedirse de Vodicka porque cada uno debía dirigirse a su regimiento, Svejk dijo:
- Ven a verme después de la guerra. Me encontrarás cada tarde a partir de las seis en la taberna del Cáliz, en la calle Na Bojisti.
- Ya nos veremos pues - respondió Vodick-. ¿Y hay diversión en tu taberna?
- Cada día pasa algo -prometió Svejk-. Y si el ambiente estuviera demasiado tranquilo, nosotros mismos montaríamos un follón de mil demonios.
Se separaron. Cuando ya se habían alejado unos cuantos pasos, el viejo zapador gritó a Svejk:
- ¡Que haya bullicio cuando venga a verte!
Svejk respondió:
- ¡Ven sin falta!
Se alejaron y al cabjo de un rato, desde una esquina de la segunda línea de los barracones se escuchó la coz de Vodicka:
- ¡Svejk! Eh, Svejk, ¿qué cerveza sirven en el Cáliz?
Y como un eco llegó la respuesta de Svejk:
- La de Velké Popovice
- Creía que tenían la de Smíchov -gritó Vodicka en la distancia.
- También hay chicas -gritó Svejk.
- Pues depués de la guerra, ¡a las seis de la tarde! -gritó Vodicka desde una calle más abajo.
- Será mejor que vengas a las seis y media por si me retraso -respondió Svejk.
Entonces volvió a escucharse la voz de Vodicka, ya desde muy lejos:
- ¿No puedes a las seis?
- De acuerdo, allí estaré a las seis -fue lo que Vodicka escuchó como respuesta del compañero que se alejaba.
De este modo se despidió el buen soldado Svejk del viejo zapador Vodicka. Como reza el dicho alemán: Wenn die Leute auseinander gehen, da sagen sie auf Wiedersehen!

---------------------------------


Y unos cuantos ejemplos más, de borracheras, de psicópatas asesinos, de tarugos con mando muy cabrones, de sacrilegios y de blasfemias. Pero si os apetece, os leéis el libro, que es un repertorio de perlas como estas.