De Tempore et Pluribus Formae eorum
Olvido.
Olvido que olvido a Olvido...
Y en el pasado remoto, había una Olvido, y yo la espiaba y sabía de Ella y Ella no sabía de mí. Cada palabra que destilaba su boca era ambrosía que mis oídos devoraban con fervor. Cada letra que dibujaba su pluma era una letra que yo grababa a fuego en mi memoria.
Pero olvidé a Olvido y ya casi no recuerdo.
Olvido.
Olvidé el latín que aprendí en el instituto, el latín que me hizo mayor, el mismo latín en el que, ¿por qué no decirlo? Destaqué.
¿Y acaso ahora no soy ni la sombra ni el reflejo de lo que fui?
Y veo que el tiempo avanza, en marcha atruena, como la razón, y me olvido de lo que fui y de lo que ha de venir. Y ya sólo mido el tiempo con la altura de mis pretensiones y sólo se refleja en la altura de un edificio. Pero el edificio no crece sino que mengua.
Todo es confusión y no es ninguna etapa vital. Ahórrense, moralistas y piadosos lectores toda clase de moral o de consejo de clase alguna. Si hay algo que no puedo perdonar, es un consejo. Puedo capearlo e ignorarlo, pero no perdonarlo.
Y no es la clase de confusión que significa un orden interno más complejo. Un orden en el caos. Es pura entropía, sin más. La misma Entropía que es el destino de todo lo que Es.
Y eso suena terriblemente superficial, pero no es más que un concepto llano que, quizás desacertadamente, pretendo trasmitir con otro más elevado en sincrónica contraposición de lo que significa explicar.
Volviendo al núcleo de la cuestión (y no es esa una palabra que ahora me proporcione placer), hace años, un año era el infinito. El cielo abierto y despanzurrado sobre mi conciencia. Ahora un año es un soplo. Ahora un año es un roce más con la vida y nunca hay verdadero contacto, parece, y me angustia verme así. ¿Soy acaso presa de una profunda nostalgia? ¿Es ésta una emoción inducida para poderme expresar con la intensidad necesaria? Por una vez, y sin que pueda servir de precedente, no creo.
El tiempo ahora avanza más deprisa y en mi subjetividad el presente ya ha pasado. El futuro es el pensamiento. Pensar más lentamente de lo que avanza el mundo es vivir en el pasado y yo estoy desentrenado en lo que pensar aprisa se refiere.
Me resulta tan arduo leerme que prometo regalar varitas de regaliz al que se digne a leerme.
Cariñosas salutaciones a todo el que me lea:
Álvaro
Olvido que olvido a Olvido...
Y en el pasado remoto, había una Olvido, y yo la espiaba y sabía de Ella y Ella no sabía de mí. Cada palabra que destilaba su boca era ambrosía que mis oídos devoraban con fervor. Cada letra que dibujaba su pluma era una letra que yo grababa a fuego en mi memoria.
Pero olvidé a Olvido y ya casi no recuerdo.
Olvido.
Olvidé el latín que aprendí en el instituto, el latín que me hizo mayor, el mismo latín en el que, ¿por qué no decirlo? Destaqué.
¿Y acaso ahora no soy ni la sombra ni el reflejo de lo que fui?
Y veo que el tiempo avanza, en marcha atruena, como la razón, y me olvido de lo que fui y de lo que ha de venir. Y ya sólo mido el tiempo con la altura de mis pretensiones y sólo se refleja en la altura de un edificio. Pero el edificio no crece sino que mengua.
Todo es confusión y no es ninguna etapa vital. Ahórrense, moralistas y piadosos lectores toda clase de moral o de consejo de clase alguna. Si hay algo que no puedo perdonar, es un consejo. Puedo capearlo e ignorarlo, pero no perdonarlo.
Y no es la clase de confusión que significa un orden interno más complejo. Un orden en el caos. Es pura entropía, sin más. La misma Entropía que es el destino de todo lo que Es.
Y eso suena terriblemente superficial, pero no es más que un concepto llano que, quizás desacertadamente, pretendo trasmitir con otro más elevado en sincrónica contraposición de lo que significa explicar.
Volviendo al núcleo de la cuestión (y no es esa una palabra que ahora me proporcione placer), hace años, un año era el infinito. El cielo abierto y despanzurrado sobre mi conciencia. Ahora un año es un soplo. Ahora un año es un roce más con la vida y nunca hay verdadero contacto, parece, y me angustia verme así. ¿Soy acaso presa de una profunda nostalgia? ¿Es ésta una emoción inducida para poderme expresar con la intensidad necesaria? Por una vez, y sin que pueda servir de precedente, no creo.
El tiempo ahora avanza más deprisa y en mi subjetividad el presente ya ha pasado. El futuro es el pensamiento. Pensar más lentamente de lo que avanza el mundo es vivir en el pasado y yo estoy desentrenado en lo que pensar aprisa se refiere.
Me resulta tan arduo leerme que prometo regalar varitas de regaliz al que se digne a leerme.
Cariñosas salutaciones a todo el que me lea:
Álvaro